23 abril 2009

Grrrran Torino

La última, verdaderamente la última, película de Clint Eastwood, esperemos que sólo como actor, es una inteligente historia de autocrítica nacional envuelta en un personaje de la generación anterior. Aquella que nunca conoció internet, aquella que resolvió los problemas mediante la fuerza, aquella que tuvo poco acceso a la cultura, aquella que vió venir a extraños y que se esforzó mucho para aceptarlos. 
Clint Eastwood ha sido capaz de encadenar grandes cintas y que le han dado un estatus de grande del cine tanto como actor como director.
En el personaje de Walt personifica al americano medio, excombatiente, conservador, armado y combativo hasta su último suspiro. Gran Torino es el personaje espejo que representa los valores ideales de esa cultura que vive amenazada por un entorno cambiante. 
El gruñido que esgrime en muestra de desaprobación y la resolución de la historia son las dos perlas que deja su último personaje.

2 comentarios:

  1. Hola Tino, aqui no estamos de acuerdo con tu elogio del Gran Torino. Es la tipica historia hollywood donde hay buenos y malos, girls go to college, guys go to jail, pero no se explica el porque de los gang, ni el latente racismo del personaje principal. Y luego el heroe, que ya no tiene nada que perder, se sacrifica por caballero... Pues si, imagenes impactantes, y que se sabe de la diversidad en la cultura vietnamita, de que lado lucharon, y que vida llevan en los EEUU. Al final es una pelicula - hueca...

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  2. Estimada Sophia Schlette,

    Acusar de oquedad una película como ésta me parece, como poco, fruto de un juicio precipitado.

    Creo que Eastwood teje un personaje de hondo calado emocional donde, evidentemente, las clases de sociología sobran. Por qué hay gangs, por qué hay genete buena y gente mala, por qué los americanos beben Budweiser, por qué hay racismo ¿No le parece que sería mejor que sean otras personas quienes -desde ámbitos más académicos- resuelvan estas incógnitas sin querer dotar un filme de ficción de una carga educativa y social que no tiene por qué tener?

    Por otro lado, tampoco veo que se recurra al impacto fácil y, formalmente, el largometraje mantiene una sobriedad que ayuda a resaltar los matices que alejan a los personajes (sobre todo al de Eastwood) de simples estereotipos, para dotarles de una profundidad que, en el caso del protagonista, alcanza una suerte de exquisitez pluridimensional.

    Esa exquisitez no explicada en palabras, pero sí en gestos y miradas y matices (ese gruñido vale más que mil palabreríos) que hace que no sea en absoluto necesario explicar las cosas en palabras.

    Pero como ejemplo de esa pluridemnsionalidad, se me ocurre que conozco a mucha gente muy diferente entre sí pero que se identifica con uno o más rasgos de este viejo huraño que es Walt Kowalski.

    Que, además, no es un héroe, sino todo lo contrario: se trata de un total y definitivo antihéroe.

    Evidentemente hay muchas referencias al lenguaje clásico, el del Hollywood de toda la vida. Hay elementos de cine gansteril, hay elementos de western, hay elementos de comedia años 50 y 60. Pero declarar esta película un producto más de Hollywood (y más, el Hollywood de hoy en día), me vuelve a parecer un juicio precipitado y más bien gratuito.

    Cordialmente,

    Alberto

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